Es de esperarse después de la “Fiesta Grande”, el Carnaval cruceño, las luces, los colores, la fiesta, el cambodromo, y todo lo que encierran estos hermosos festejos, que aguardamos con ansias ver el Carnavalito.
Originario del departamento de Santa Cruz en el oriente boliviano, el carnavalito cruceño es un ritmo similar en cierta forma al bailecito de Chuquisaca o la chacarera de Tarija. Algunas fuentes fuentes lo señalan como derivado del Huayno de Cochabamba y Vallegrande y la jota española. Aunque las afirmaciones históricas no encuentran sustento desde la musicología.
A pesar de no ser un ritmo propiamente andino, ha sufrido fuertes influencias del repertorio de esa región y es interpretado por muchos conjuntos del folclore andino, tanto en Bolivia como en el resto de los andes.
Las letras hablan del paisaje de Santa Cruz, narran historias de enamorados, cuentan costumbres y enseñanzas tradicionales.
Para la danza, parecida al vals europeo, las mujeres solían vestir un colorido tipoy (vestido largo, sin cuello ni mangas) y flores en el cabello. Los hombres, por su parte, llevaban camisa blanca, pantalón hasta la pantorrilla, pañoleta y el clásico sombrero de sao, elaborado artesanalmente con hojas de palmera.
Nos representa tanto el carnavalito, siendo parte de nuestras costumbres, nuestras tradiciones, forman lo que conocemos como “Nuestras Raíces”, que nos hacen sentir tan orgullosos de habitar estas tierras. Por eso no queríamos quedarnos sin homenajear a uno de los bailes populares de nuestras tierras cruceñas.